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ISBN OC : 978-84-9981-705-7
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La Cristiandad invade America


Llegada de los Españoles, año 1492. Con la cruz por delante





El siglo XV, dio inicio a otro hito en la historia y desenvolvimiento del cristianismo, primero porque a partir del momento en que los descubridores y conquistadores llegaban al nuevo continente Americano, con ellos llegó la cultura y como no su religión. Aunque hay que reconocer que la manera en que se inicio la conversión al catolicismo primero, luego a otras formas de cristianismo, no fue precisamente la forma más ejemplar, el caso es que hasta se podría considerar que fue mas bien cruel e inhumana.

Ya desde un principio, en 1492 España apenas estaba saliendo del oscurantismo medieval, la Inquisición Española, había convertido la religión en algo de obligado cumplimiento y no existía la tolerancia ni era bien vista. Por ello, llegar a unas tierras donde la gente adoraba a dioses ancestrales, al sol y otros astros, era algo aberrante para un occidental, los conquistadores pensaban que era necesaria la conversión forzosa de esas personas y la eliminación completa de sus falsas creencias. Se habían olvidado que la predicación que el originador del cristianismo mandó era con el convencimiento de la palabra y de la verdad, no con la espada, y que durante los primeros siglos, el cristianismo se extendió, no por la fuerza del poder, ni con las guerras, sino por medio de pacíficos misioneros que enseñaban el evangelio y convencían a otros por medio de la persuasión de sus razonamientos.

La reconquista que apenas había concluido, parece que les convenció de que la única manera de hacer cristianos a esos indígenas a los que se veía por otro lado como una raza inferior, poco inteligente y básica e instintiva, era por la conversión masiva. Al igual que hicieron ellos con los musulmanes y judíos que quedaron en España tras la conquista, o se iban o se convertían. En el caso de los americanos fue aún peor, pues o se convertían o morían. Por otro lado era normal que primero se bautizara a todos y luego se les enseñaba, total, ¿No era eso lo que se hacía con la población católica Europea, a quienes siendo niños se bautizaba sin su consentimiento y luego se le enseñaba, si era necesario?
Aplicando esa misma idea, se establecieron pautas a favor de ese método, de esa manera primero se obligó a una especie de bautismo masivo, luego se les enseñó la lengua y después algunas nociones básicas del cristianismo católico, que muchos mezclaron después con sus ritos ancestrales.

Los conquistadores eran en su mayoría brutos y fieros, despreciaban la cultura a la que conquistaban y con la religión a su favor, aplastaban a los indígenas de forma brutal, hasta tal grado lo hicieron en algunos lugares que estos casi desaparecieron. Pero en la desaparición de la cultura indígena también estuvieron envueltos varios líderes religiosos. Por ejemplo el cardenal Cisneros, pese a ser Erasmista fue responsable de la quema de los escritos mayas, escritos que fueron interpretados como obras demoniacas.

Aquel acto de Cisneros fue seguido escrupulosamente por Fray Diego de Landa, también franciscano, quien comenzara su carrera eclesiástica en el convento de Cisneros, el de San Juan de los Reyes en Toledo. Para facilitar o hacer posible la conversión de los mayas, siguió el ejemplo del arzobispo de Toledo y mandó quemar todo escrito y destruir tablillas con inscripciones mayas. En sus propias palabras escribió : "Usaba también esta gente de ciertos caracteres o letras con las cuales escribían en sus libros sus cosas antiguas y sus ciencias, y con estas figuras y algunas señales de las mismas, entendían sus cosas y las daban a entender y enseñaban. Hallámosles gran número de libros de estas sus letras, y porque no tenían cosas en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos...
De esa manera destruyeron todo vestigio de la historia y cultura maya en Centroamérica, lo mismo hicieron en México y en el sur con otras culturas civilizadas.

No vamos a decir aquí que la población indígena americana, fuera una civilización pacifica y mejor que la de los conquistadores. Salvo algunas aldeas aisladas, la mayoría de las grandes civilizaciones, Maya, Azteca, Inca y otras en el sur y norte de America, tenían un grado de civilización bastante avanzada, pero sus cultos religiosos estaban basados sobre todo en la superstición y en dioses como los de las antiguas y paganas civilizaciones precristianas en Europa. Por otro lado eran naciones que estaban a menudo en guerra entre ellos y también hubo en América precolombina, grandes imperios que pretendían apoderarse de otros y aplastaban a las poblaciones enemigas en guerras sangrientas, esclavizaban y torturaban a otras tribus.
Se habla de ritos sangrientos para apaciguar a los dioses, ritos en los que se hacían sacrificios humanos y se vertía sangre inocente. Pero lo que recibieron a partir de 1492 para ellos no era mejor que lo que tenían, pues a cambio de salvar la vida se vieron abocados a abandonar su religión, medio de vida y ser dominados y esclavizados por los nuevos conquistadores, cuya única diferencia con los anteriores, era el color de su piel y las armas de fuego que intimidaba más si cabe a los atormentados indígenas. No comprendían nada aquella religión de un solo Dios, de compleja comprensión y menos aún la forma en que se les decía no a los ídolos y sin embargo los mismos españoles, traían consigo imágenes de santos y vírgenes que desde el punto de vista de los indios eran dioses y diosas, simplemente con otra indumentaria y color. No dejaba de ser contradictorio que cuando ellos hablaban de dioses y de hijos de dioses, se les tildara de idolatras y panteístas y ahora se implantaba una religión que enseñaba algo mas inaudito para ellos, hablando de un Dios y su hijo, que a la vez eran el mismo y menos aún que hubiera otro ser el Espíritu Santo que también era parte de ese dios trino, para aquellas mentes no dejaba de ser contradictorio e irrazonable, pero no les quedaba otra que aceptar esa enseñanza si querían seguir vivos.

Claro, no todo fue tan duro en lo que a conversión se refiere, destacaron muchos misioneros, entre los primeros, Franciscanos, dominicos y agustinos, luego llegarían los jesuitas y su labor más instructiva. Algunos de estos movimientos predicadores católicos, crearon nuevas poblaciones y partían de la base de estas para iniciar la evangelización. En estas nuevas poblaciones por supuesto solo se admitía los indígenas que aceptaban el cristianismo y entonces eran enseñados y adoctrinados en la nueva fe.

Con el paso del tiempo se fueron dando leyes con respecto a los derechos indígenas y el trato que a estos se les debía dar. Tenemos por ejemplo la conclusión que se dio en Burgos en 1512, tras varias reuniones entre teólogos y juristas sobre el asunto indígena y el procedimiento tras la conquista de aquellas tierras en las se daban casos totalmente nuevos, pues no se trataba como hasta ese tiempo de guerras entre iguales, en los que los conquistados fuesen de mayoría católica, en este caso la cuestión era diferente. Básicamente la conclusiones de aquella junta fueron las siguientes :
-Los indios a nivel individual son libres y podían tener el derecho sobre sus tierras, pero el territorio se consideraba de la Corona española.
-Los Reyes C
atólicos son señores de los indios por su compromiso evangelizador y por lo tanto la religión oficial y obligatoria sería la católica
-Se podía obligar
a los indios a trabajar con tal de que el trabajo fuese tolerable y el salario justo, aunque se podía pagar en especie y no en dinero.
-Se justifica la guerra o la acción violenta si los indios se negaban a ser cristianizados; y para ello se creó la institución del Requerimiento. Así pues una conquista sólo estaba justificada si los indios se negaban a ser evangelizados.

Pero aplicando dichos dictámenes se procedió con grandes atropellos, pues ahora los conquistadores se vieron autorizados a matar y aplastar a la población indígena que se resistiera, y con la conciencia limpia pues las tierras americanas eran ahora del rey y la religión a aceptar era la del rey. En muchos lugares se empezó a esclavizar a los indígenas, como sucedió en las islas caribeñas y en las Antillas. En otros lugares la oposición a tal trato por parte de las tribus, significó que lucharan contra los conquistadores, que esclavizaban a los hombres y niños, violaban y esclavizaban sexualmente a las mujeres. Pero la lucha era desigual, así en muchos lugares esto significó el exterminio casi completo de la población indígena. Ese punto queda confirmado por el genocidio ocurrido en la isla La Española, que actualmente lo componen Rep. Dominicana y Haití, en aquella isla, poblada antes de la llegada de los españoles por mas varios cientos de miles de indígenas, (2 millones, según Fray Bartolomé de las Casas), para el año 1540, tan solo cincuenta después de su descubrimiento, habían sido totalmente aniquilados por matanzas, enfermedades y por el maltrato al que fueron sometidos como esclavos, eso si, prácticamente todos murieron convertidos al catolicismo.

En lugares donde el recibimiento fue más pacifico, fueron las enfermedades traídas por los conquistadores lo que provocó la muerte de miles de autóctonos, quienes no estaban acostumbrados a tales males y caían. El caso es que la preocupación de muchos monjes que acompañaban a los conquistadores era tan solo impartir el bautismo, para ellos se establecían leyes que obligaban a impartir dicho bautismo a todos los cautivos.

Algunos miembros del clero, tenían ideas más comprensivas sobre los indígenas, como Vasco de Quiroga, instituido como obispo de Michoacán, quien inspirándose en el libro Utopía de tomas Moro, organizó poblados gobernados por los propios indígenas en los que los españoles solo debían actuar como educadores, pero fracasó en sus intentos.

El franciscano fray Toribio de Benavente, pretendió hacer algo parecido, formando ciudades en base solo a indígenas, sin interferencias de los conquistadores, en la que solo se dejara entrar a los frailes, para encargarse de la educación. Ambos intentos fueron infructuosos y no condujeron a una conversión pacifica, y mucho menos evitó la intervención de los generales conquistadores, quienes solo buscaban dominar a la población indígena para sus intereses económicos.

Otro personaje clave en la educación de los indígenas fue Fray Bartolomé de la Casas, quien durante décadas luchó porque se diera un trato digno a los indígenas y no se les esclavizara, abogó por darles una educación, para que decidieran la aceptación del cristianismo de forma voluntaria. Hizo numerosos viajes a América y España, para convencer a las autoridades de dar un trato más humano a los indígenas. Su lucha se centró sobre todo en la Isla La Española, en el Caribe en México y Centroamérica, pero los efectos de sus esfuerzos se sintieron en otros lugares del sur. Como consecuencia de toda su labor, se promulgaron el 20 de noviembre de 1542 las llamadas Leyes Nuevas. En ellas se prohibía la esclavitud de los indios y se ordenaba que todos quedaran libres de los encomenderos y fueran puestos bajo la protección directa de la Corona. Se disponía además que, en lo concerniente a la penetración en tierras hasta entonces no exploradas, debían participar siempre dos religiosos, que vigilarían que los contactos con los indios se llevaran a cabo en forma pacífica dando lugar al diálogo que propiciara su conversión. Aparte de su lucha dialéctica, también escribió varios tratados, siendo el mas importantes, su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, dirigida al que llegaría a convertirse en el famoso Felipe II, entonces encargado de los asuntos de Indias.

Brevisima relación de la destrucción de la Indias. Tratado de Fray Bartolomé de las Casas, donde se denunciaban los abusos de los conquistadores contra los idigenas americanos.






Hubo numerosos teólogos, como Juan Guinés de Sepúlveda, que sin embargo, estuvieron de acuerdo con la conversión forzada de los indios. Sepúlveda decía que los indios no fueron creados por Dios y que no son personas ya que viven fuera de la "ley natural", debido a su comportamiento. Dicha ley establece que lo perfecto domina a lo imperfecto, por lo que, la supuesta superioridad de los españoles será el derecho a dominar y a conquistar al indígena. También afirmaba que los aborígenes estaban mucho más abajo que lo humano, cercano a lo animal. Decía que eran débiles, cobardes, tímidos y carecían de virtud. A finales del siglo XV, el papa Alejandro VI dividió el mundo entre los exploradores españoles y portugueses. Esto según dijo el mismo papa, fue "como recompensa por haber convertido a los paganos".

Pronto se unieron a la conquista de América, otras naciones sedientas de mas territorio fuera del continente, entre ellos los ingleses, franceses y holandeses. Todos estos llegaron América bastante más tarde, pero antes se centraron en África, donde ya los portugueses habían llegado a crear pequeñas colonias en la costa occidental para la extracción de minerales valiosos, por medio de esclavizar a los pobladores. Allí se aplicó, incluso antes que en América la conversión forzosa al catolicismo.

Las demás naciones europeas antes citadas quisieron unirse al festín africano y también forzaron a los autóctonos a una conversión obligatoria. Pero los abusos allí fueron aún más duros y crueles, pues al igual que sucedía con los indios americanos, a quienes algunos consideraban una raza inferior, asi mismo se veía a los africanos, subsaharianos, como la raza maldita y sin derechos, vendidos a los europeos en la mayoría de los casos por mercaderes islámicos, quienes tampoco tenían ninguna consideración humana hacia sus hermanos de raza. Cuando los portugueses empezaron a utilizar esclavos africanos, incluso llevarlos a Portugal, tan pronto como en 1441, en aquella época se consideraban infieles a los que había de convertir, pocos cuestionaban el uso que se dio de aquellas personas. Hasta el papa Nicolás V, en 1452 emitió la Bula, llamada Dum Diversas, en las que autoriza a Alfonso V de Portugal a esclavizar a los infieles de África Occidental. Posteriormente ratificada con la bula también de Nicolás V, llamada Romanus Pontificex autorizando la conquista y la esclavización de todos los pueblos situados al sur del Cabo Bojador, en África.

Era el permiso papal para utilizar a hombres y mujeres y darles un trato peor incluso que se le daría al ganado animal. Hubo quienes alegaron que la esclavitud de africanos servía para "salvar almas perdidas", pues así rescataban del paganismo a aquellos extranjeros. Pronto a esa cacería humana, se le unirían holandeses, ingleses y franceses, llevando a América a millones de atormentados y humillados africanos. Familias enteras de personas cuya única culpa era haber nacido en una época en la que ser de piel oscura era visto como una herramienta de trabajo y no como persona. Una vez llegados al continente eran vendidos a los colonos, mujeres separadas de sus hijos, esposos separados de sus mujeres y así una larga listas de atropellos y de abusos, con el silencio de las iglesias. Nadie luchó en esa época por la defensa de aquellas indefensas criaturas, deportadas de sus tierras y obligadas a trabajar hasta la extenuación.

Por otro lado, la lucha de De las Casas y otros que como el se dieron cuenta del daño que se estaba haciendo a los aborígenes americanos y los abusos de los conquistadores, tuvo sus frutos, pues ya en 1537 el papa Pablo III decretó una bula llamada Sublimus Dei, por la que se reconocían a los indios americanos como "auténticos hombres" y se denunciaba su esclavitud, llegó tarde para los indígenas de la Española. Por otro lado, nada se decía en esa bula sobre la esclavitud de los africanos. Lo mismo sucedió con el papa Urbano VIII, el que condenara a Galileo, enfrascado en la guerra de los treinta años, aún tuvo tiempo para, en 1639 condenar la esclavitud, pero solo prohibió la esclavitud de los indígenas de Brasil, Paraguay y las Antillas, pasando por alto la de los africanos.

Así pues, lo único que se logró en América, fue que se protegería a los indios de una esclavitud directa, pero para imponerles un sistema feudal encubierto, en el que los terratenientes tenían derechos y los indignas tan solo eran arrendatarios, y trabajaban los campos cual servidumbre. Pero aún peor fue la otra consecuencia de esta situación más "justa" para los indios, pues ese favor a los indios contribuyó al mayor uso de esclavos africanos en los lugares donde la necesidad de mano de obra barata o gratis era necesaria para las grandes explotaciones mineras y agrícolas, que los indígenas no podían ser obligados a realizar. El propio Bartolomé de las Casas sugirió que para ello se utilizara a negros africanos, mas acostumbrados y fuertes para esas labores.

Las consecuencias a la larga fue la explotación y el traslado forzoso de mas de catorce millones de seres humanos de África, para ser tratados de la forma mas inhumana que jamás se haya visto, en un vergonzoso mercantilismo de personas, en los que las iglesias, Católica, anglicana y reformada Holandesa, se limitaron a justificar. Esclavos que además fueron también convertidos forzosamente al catolicismo o al anglicanismo o al protestantismo, pues pronto las grandes iglesias se unieron en el botín de las conquistas.
Un ejemplo del apoyo eclesiástico a la esclavitud, fue el llamado Código negro, decretado por los franceses en 1685, para apoyar el catolicismo en sus colonias, este código trataba a los esclavos negros como mercancía, como bienes muebles, sin otorgarles ninguna clase de derecho, ni protección contra los abusos físicos de sus amos, algunos de los más significativos artículos dicen así :
2) Todos los esclavos que residan en nuestras islas, serán bautizados e instruidos en la religión católica, apostólica y romana. Ordenamos que los habitantes que compren negros recién llegados, adviertan , en el plazo máximo de ocho días, al gobernador y al intendente de dichas islas, bajo pena de multa; Estos darán las ordenes pertinentes para inscribirlos y bautizarlos en un tiempo conveniente.
3)Prohibimos el ejercicio público de otra religión que no sea la católica, apostólica y romana; queremos que los que contravengan esta norma, sean castigados como rebeldes y desobedientes a nuestro mandatos.
14) Los amos tendrán que hacer enterrar en tierra consagrada y en los cementerios destinados a tal efecto, a sus esclavos bautizados, y por lo que respecta a aquellos que mueran sin haber recibido el bautismo, se les enterrará de noche en algún campo cercano al lugar donde murieran.
84) Al esclavo que hubiera huido durante un mes, se le cortarán la orejas, y se le marcará con una flor de lis en un hombro, si lo hace un segundo mes, se le cortará la corva y otra marca en el otro hombro y la tercera vez se le condenará a muerte (sin entierro en cementerio consagrado).
Esto es solo una muestra de la influencia de la religión en apoyar la esclavitud sin ningún reparo.

Mientras tanto, la Iglesia recordaba a los amos la obligación de permitir que la servidumbre asistiera a misa, guardara las fiestas y se casara. Si es verdad que hubo sacerdotes que criticaron el trato cruel, pero al mismo tiempo recalcaban con cuidado el peligro de ser muy indulgentes. "Usad el látigo, las cadenas y los grilletes, todo a su tiempo y con el método y moderación debidos, y veréis cómo en breve tiempo se doma la rebeldía de los siervos", aconsejaba un jesuita.

Precisamente los jesuitas habían empezado a llegar a Brasil por 1549, y se alarmaron al descubrir que gran parte de la fuerza laboral se componía de personas esclavizadas de manera ilegal. Los terratenientes sencillamente los habían comprado en los puertos, donde llegaban cargamentos con cientos de ellos y los habían obligado a trabajar en sus haciendas y plantaciones de caña. "La mayor parte de los hombres tenía la conciencia pesada por causa de los esclavos que poseía", escribió el superior de los jesuitas Manuel da Nobrega en 1550. Con todo, aquellos propietarios retuvieron su mano de obra cautiva, aunque los jesutias les negaran la absolución. Así al principio se opusieron al igual que lo hiciera De las Casas a la esclavitud de los indígenas brasileños. Muchos, incluso empezaron a darles libertad, por las presiones de los jesuitas.

Algunos de los jesuitas que destacaron en la lucha contra la esclavitud fueron Gonzalo Leite, nacido en 1546, durante la década de setenta y ochenta del siglo XVI, condenó el trato inhumano mostrado a los esclavos africanos y sostenía que ningún esclavo de África o de Brasil es cautivo justamente. Una de sus cartas, escrita al poco de llegar a Brasil, dice: Los que van a Brasil no van a salvar almas, sino a condenar la suya. Sabe Dios con cuánto dolor en el corazón escribo esto, porque veo a nuestros sacerdotes confesar homicidas y robadores de libertad, hacienda y sudor ajenos, sin restitución del pasado ni remedio de males futuros, que así se cometen todos los días. Pero aquellas criticas no gustaron a los terratenientes ni al clero que los apoyaba y fue obligado a volver a Portugal en 1586, calificado como inquieto.

También estaba por aquella época Miguel García, quien combatió sobre todo la existencia de esclavos en los conventos religiosos, práctica común en la época. La multitud de esclavos que tiene la Compañía en esta Provincia -escribe-, concretamente en el colegio de Bahía, es cosa que no puedo aceptar de ningún modo. A veces pienso que con más seguridad serviría yo a Dios y me salvaría en el mundo que en esta Provincia, donde veo lo que veo». Sus superiores lo devolvieron a Portugal, por considerarlo muy afectado por los escrúpulos, para ese tiempo muchos jesuitas ya había asimilado la esclavitud como un beneficio.

En efecto, los jesuitas asentados en Brasil no tardaron en enfrentarse hecho de que la escasez de fondos les dificultaba realizar sus obras de caridad. Tenían la opción de labrar las tierras cedidas por el gobierno y, con las ganancias obtenidas de los productos, financiar sus actividades religiosas. Pero ¿quiénes trabajarían los campos? No podían utilizar a los indígenas a los que ellos mismos habían ayudado a liberar. Solo quedaba el recurso de los esclavos negros que los conquistadores portugueses empezaron a llevar de forma masiva a Brasil.

Las voces de los jesuitas se sumaron entonces a un creciente grupo de presión: los terratenientes que reclamaban esclavos africanos. Habían visto que a los cautivos indígenas les resultaba difícil adaptarse al trabajo continuo en la tierra y que, además, solían rebelarse o huir a la selva. Por otra parte, los africanos ya habían demostrado su aptitud en los cañaverales de las colonias insulares de Portugal en el Atlántico. "Nunca huían ni tenían para dónde ir", afirmó un escritor de la época. Así, de esa manera la importación de esclavos africanos aumentó de forma constante con el beneplácito eclesiástico. Brasil llegó a depender en gran manera de la trata de esclavos del Atlántico y fue el último país de América en prohibir la esclavitud.

En parte porque el clero daba su visto bueno y justificaba su uso, por ejemplo en su enérgica defensa de la esclavitud, publicada en 1796, un clerigo llamado Coutinho preguntó: "¿Acaso sería mejor y más propio que el cristiano permitiera a los africanos morir en el paganismo y en la idolatría, en lugar de en nuestra santa religión?". En otras palabras, vino a decir que gracias a ser sacados como esclavos de sus tierras, su vida por lo menos se salvaba, quizás haciendo alusión a que en muchos casos, los esclavos vendidos en África eran en su mayoría capturados en las guerras tribuales, y antes de la llegada de los Europeos, eran asesinados. Lo que no tuvo en cuenta Coutinho, era la cantidad de personas muertas en los barcos negreros, sobre todo niños y muchos adultos que caían víctimas de enfermedades o desnutrición y sencillamente eran arrojados al mar, sin ninguna clase de entierro digno.

De igual modo, el misionero jesuita Antonio Vieira exhortaba a los africanos: "Debéis dar infinitas gracias a Dios por [...] haberos traído a esta tierra, donde, instruidos en la fe, viviréis como cristianos y os salvaréis".
Antonio Vieira, curiosamente fue ejemplo en la defensa de los derechos de los indígenas en Brasil, combatiendo su explotación y esclavización. De hecho, los propios nativos le llamaban "Paiaçu", que significa "Padre Grande". Incluso defendió en su momento a los judíos por respetar parte de la Biblia, criticando a la Inquisición por perseguirles. Pues este mismo se constituyó en uno de los más importantes predicadores de ideas que apoyaban la esclavitud de los negros. Presentamos otro fragmento de uno de sus Sermones dirigido a los esclavos negros: No hay trabajo ni género de vida en el mundo más parecido a la Cruz y a la Pasión de Cristo que el vuestro en uno de esos ingenios azucareros. Bienaventurados vosotros si llegáis a conocer la fortuna de vuestro estado... En un ingenio sois imitadores de Cristo crucificado, porque padecéis de un modo muy semejante al que el mismo Señor Jesús padeció... Los hierros, las prisiones, los azotes, los insultos, de todo eso se compone vuestra imitación, que, si va acompañada de paciencia, también tendrá su merecimiento de martirio. Cuando servís a vuestros señores no sirváis como quien sirve a hombres, sino como quien sirve a Dios.

Por poner un ejemplo de la trata de esclavos por parte de los religiosos, se sabe que en 1768, la hacienda jesuita de Santa Cruz contaba con 1.205 esclavos africanos. Pero no fueron solo los jesuitas quienes cayeron en esta ceguera moral de trato injusto a otros seres humanos. De igual modo, los benedictinos y los carmelitas habían adquirido tanto propiedades como grandes cantidades de cautivos. "Los monasterios están repletos de esclavos", se lamentó el abolicionista brasileño Joaquim Nabuco en el siglo XIX. Curiosamente muchas de estas ordenes habían luchado por liberar esclavos cristianos en el norte de África, donde los árabes manejaban esta trata. Sin embargo hasta misioneros jesuitas en Angola, manejaban esclavos a su antojo, regalando esclavos a las misiones brasileñas, para pagar favores.

En su afán por conciliar los valores cristianos con un sistema basado en la explotación implacable, los eclesiásticos inventaron una justificación moral, que se denomina teología de la esclavitud. Las bodegas de los navíos negreros estaban atestadas y eran un foco de infecciones, de modo que reclamaban muchas vidas de su cargamento humano. Por ello, la Iglesia posteriormente insistió en que se bautizara a los africanos antes de llevarlos al Nuevo Mundo, pero al principio, esto se hacía nada más llegar a America. En Cartagena de Indias, actual Colombia, sobresalió en celo por impartir bautismo a los africanos llegados a ese puerto, Pedro Claver, de quien se dice que era la unica cara amble que encontraban los asustados y agotados africanos que llegaban tras la larga travesía, les impartía la extrema unción a los moribundos y atendía a los enfermos, pero otros simplemente se dedicaban a efectuar el bautismo de forma mecanica. Claro que aquellos conversos rara vez recibían instrucción religiosa antes del bautismo.

Bautismo católico impartido a los esclavos llegados a las costas americanas.





Por otro lado ni siquiera Claver se atrevió a escribir al papa para que hiciera algo contra tal barbarie efectuada por mercaderes que también eran católicos.
Al contrario, la Teología de la esclavitud, empezó a enseñar que la maldición bíblica registrada en Génesis 9:25 aplicaba a los africanos, por ello era normal que fueran esclavizados. Algunos líderes religiosos y los defensores de la esclavitud predicaron que el pecado por el cual Noé pronunció la maldición a uno de sus hijos fue el matrimonio entre personas de distintas razas. También se llegó a afirmar que Caín fue herido con piel negra por haber matado a su hermano Abel, y que Cam había pecado por medio de casarse con alguien de la raza de Caín, después se dijo que los descendientes de Cam y canaan eran de piel oscura y fueron los futuros habitantes de Africa.

Solo al final de la época colonial, cuando todos los países europeos ya habían prohibido la trata de esclavos, fue cuando el Papa Gregorio XVI publica en 1839 la bula In Supremis, donde dice: Amonestamos a los fieles para que se abstengan del deshumano tráfico de negros o de cualquiera otros seres humanos. Amonestamos y conjuramos para que de aquí en adelante no se continúe oprimiendo tan injustamente a los indios, a los negros, ni a cualquier otro grupo humano, privándoles de sus bienes o haciéndolos esclavos. El Papa denuncia la verdadera causa de la esclavitud al afirmar que los esclavizadores, vergonzosamente cegados por el deseo de una sórdida ganancia no vacilaron en reducir a la esclavitud en tierras distantes a indios, negros y otras razas infelices, o colaborando a esta indigna perversidad instituyendo u organizando el tráfico de estos infortunados.

Lo mismo hizo Pío IX, quien todavía haciendose eco de la idea sobre la maldición de Dios contra los africanos afirmó : 'pedimos por los miserables etíopes de África Central para que el Dios todopoderoso por fin remueva la maldición de Cam de sus corazones.' y León XIII, allá por 1888, en las últimas décadas del siglo XIX, animó taxativamente a los sacerdotes brasileños para que lucharan en favor de la abolición. Demasiado tarde para los millones de personas que fueron desarraigadas de sus tierras, tratadas como ganado y llevadas hasta la muerte en un trato tan inhumano que nunca podrá ser olvidado.

La llegada de los protestantes, no se inició hasta que Carlos V abrió en 1525 la posibilidad de que aquellos que no fuesen castellanos pudiesen establecer factorías en América, en las mismas condiciones que los naturales de Castilla, eso permitía abrir una factoría en Santo Domingo y explotar minas de plata en México. Por ello en marzo de 1528 algunos miembros de una influyente familia de banqueros de Augsburgo, los Welser, consiguieron la exclusividad para la conquista y colonización del territorio comprendido entre el Cabo de la Vela, actual Colombia y la denominada Provincia de Venezuela, siendo los primeros europeos no latinos que iniciaron el proceso colonizador en América latina. Resulta que estos profesaban el protestantismo luterano y no siguieron ciertas normas establecidas para la conversión obligatoria de los indígenas, pues al parecer abogaban por una manera muy personal de llevar la religión y no tenían interés en imponerla a nadie y menos una ideología que no profesaban, como la católica. Eso les trajo problemas y fueron expulsados de sus tierras.

Así que hasta 1555, no volvieron grupos de protestantes y esta vez, fueron los calvinistas franceses, los llamados hugonotes, quienes huyendo de la intolerancia del gobierno francés, buscaron refugio en las lejanas tierras americanas. Así se establecieron unas pequeñas colonias en la bahía de Guanabara. Pero algunos colonos portugueses denunciaron a estos ante el rey Sebastián I de Portugal, quien no toleraba el cristianismo no católico en sus tierras, por ello envió ordenes para que estos fueran expulsados, el resultado fue mas allá, toda la comunidad fue aniquilada.

Lo mismo sucedió con un grupo de hugonotes que se refugiaron en la localidad de La Florida, donde esta vez por orden del rey español Felipe II, también fueron masacrados hasta el exterminio. En Pernanbuco se estableció hacia 1624 una colonia de holandeses calvinistas, la guerra luso-holandesa, les permitió ocupar una zona del norte de Brasil, pero treinta años más tarde fueron echados, algunos se refugiaron en Surinam, donde fundaron pequeñas comunidades bajo la protección inglesa. En 1698, también arribaron más al norte en lo que hoy es Panamá, un grupo de escoceses presbiterianos, pero las presiones por parte de los españoles y ciertas dificultades económicas, hizo que se disolvieran en dos años. Era muy difícil para los protestantes establecerse en territorios dominados por españoles y portugueses.

No fue hasta que de forma individual primero, luego en pequeños grupos camuflados con refugiados y colonos en busca de paz como fueron llegando y logrando cierto éxito. Sobre todo en la zona dominada por ingleses, franceses y holandeses. Colonizadores ingleses ya habían ocupado gran parte del norte de Nuevo México y los franceses se habían establecido aún mas al norte a lo que hoy es Canadá.

Hugonotes franceses huyendo de las duras persecuciones en su país se establecieron cerca de allí, pero por temor a los propios colonos en su mayoría católicos llegaron a la parte que hoy se conoce como Ney York, Washington y otras zonas norteñas. Lo mismo que numerosos holandeses, alemanes y de otras naciones europeas que huían de las guerras en Europa, sobre todo la dura guerra de principios del siglo XVII, la de los treinta años. El almirante Coligny, líder y mártir de la Reforma Protestante francesa, fue uno de los primeros hugonotes que vio en el nuevo continente la oportunidad para las comunidades cristianas perseguidas en Francia. Coligny consiguió una autorización del rey Carlos IX para establecer colonias de hugonotes en América.

Junto a los hugonotes, que no eran otros que calvinistas franceses a los que los enemigos llamaron así, en realidad eran calvinistas, llegaron luteranos alemanes, presbiterianos, anglicanos. Mas tarde fueron comunidades de anabaptistas, menonitas, hutteritas y amish.

Pero a diferencia de los españoles y portugueses, poco se mezclaron estos grupos con los indígenas. Por lo general, anglicanos, luteranos y calvinistas, no obligaron a los indios americanos a una conversión forzosa, en algunos casos simplemente se limitaron a quitarles sus tierras, destruirlos e importar esclavos de África para las plantaciones de algodón, y otras plantaciones alimenticias, poco les importaba la conversión de estos a los que consideraban razas inferiores.

Diferente camino tomaron otros movimientos cristianos como los bautistas y metodistas, quienes debido al tema de la esclavitud, tuvieron fuertes divisiones. Sobre todo cuando se dieron cambios de actitud al respecto y muchos de sus miembros más ricos empezaron a adquirir esclavos. Por ejemplo entre los bautistas que se establecieron en Virginia del Sur, en las últimas décadas del siglo XVII, al principio se veía mal la trata de esclavos y la exterminación de los indios que se estaba efectuando, y en su celo predicador, hablaban contra esto, animando a los granjeros a que dejaran libres a sus esclavos o los convirtieran en trabajadores bajo salario. Pero con el tiempo, una vez se establecieron y asentaron, muchos cambiaron de actitud, algunos grupos en el norte vieron mal el cambio de actitud de los del sur, pero no se tomaron medidas drásticas al respecto, la Convención Trienal y la Sociedad de Misiones, órganos dirigentes entre los bautistas, decidieron tomar una actitud neutral sobre el asunto, lo que significaba que se daba libertad individual, de tener o no esclavos, eso significaba en realidad un mirar a un lado o hacer la vista gorda. No obstante algunos abolicionistas pretendían ayudar a los esclavos que se escapaban, otros rechazaban tratar como hermanos a los tratantes de esclavos, llevando a una ruptura en la que se formó la llamada Convención bautista del sur, esclavista y segregacionista, en la que surgieron voces que justificaban bíblicamente el uso de esclavos.
La esclavitud en los estados sureños de Norteamerica, provocó la división religiosa de Metodistas y bautistas






Similar situación vivió la iglesia Metodista Episcopal, debido a la tibieza de sus líderes en tomar una postura clara sobre la cuestión esclavista, surgieron extremos. Algunos como los Metodistas Wesleyanos o los Metodistas libres, lucharon tenazmente por la liberación de esclavos, la libertad e igualdad de las razas, hasta el grado de que muchos tomaron parte activa en suministrar transporte a los esclavos fugitivos que huían de sus amos y les ayudaban en su traslado al norte, más tolerante con las diferencias raciales.

El lado opuesto se encontraba en el sur, provocada en parte por miembros prominentes, que al igual que hicieron los bautistas del sur, llegaron a defender, incluso justificar bíblicamente el uso de los esclavos y la superioridad del hombre blanco frente a la raza africana. De allí surgió la llamada Iglesia Metodista Episcopal del Sur, que apoyaba a los terratenientes dueños de miles de esclavos en los campos de algodón.
Con el tiempo surgieron de entre bautistas, calvinistas y sobre todo metodistas llegados a América, un movimiento revivalista, que llegó a denominarse pentecostalismo, que de alguna manera tuvo un resurgir en América, y que atrajo con el tiempo mayor interés entre los afroamericanos. De algunos de estos movimientos pentecostales hablaremos con mas detenimiento en posteriores capitulos.

En cuanto a los anabaptistas y sus diferentes ramas, menonitas, hutteritas y amish, no hicieron uso de esclavos, aunque tampoco tuvieron contacto con los africanos llevados allí, ni con los indios, simplemente se dedicaron a formar comunidades cerradas aisladas, con poco contacto con lo que les rodeaba, en efecto, habían abandonado su celo predicador.

La primera institución religiosa en el mundo que claramente se opuso tanto a la esclavitud como al tráfico esclavista fueron los cuáqueros de George Fox, que en 1688 proclamaron la Protestación de Germantown en la que dejaban clara su postura : Aunque sean negros, no podemos admitir que sea más legítimo esclavizarlos que si fueran esclavos blancos... Aquellos que roban o capturan hombres y los que los compran o los venden, ¿no son acaso hombres como ellos?" El propio Fox viajó a América para intentar crear, como lo había hecho con éxito en Europa su Sociedad Religiosa de Amigos, en las que tenía la intención de incluir a indios y africanos, lo que llevó al gobernador de Barbados a acusarle de incitar a los esclavos a la rebelión. Si bien aquella acusación no tenía fundamento, pues Fox mas bien se dirigía a los esclavistas pidiendo un trato mas humano a los africanos.

No fue hasta muy avanzado el siglo XIX, que muchos grupos de denominación cristiana rechazaron la esclavitud, pero no cabe duda que fue una gran mancha en prácticamente todos los grupos religiosos cristianos, que no pusieron resistencia. Aunque sería injusto no mencionar que algunos de los grupos cristianos surgidos en América en la última época esclavista, como el Mormonismo, el Adventismo, tomaron una actitud de oposición al trato denigrante contra una determinada raza, sin que ello supusiera que tuviesen al principio pocos afroamericanos en sus filas.

Lo mismo que sucedió en América, podemos decir del cristianismo en Oceanía y Asia, donde también hubo abusos similares contra la población indígena y el uso de esclavos fue común. De nuevo, las grandes iglesias quedaron manchadas por la sangre de muchos inocentes maltratados por súbditos y feligreses que nunca fueron expulsados o excomulgados por tal proceder. En muchos casos la población tanto indígena como africana, obligada a aceptar unas creencias extrañas para ellos, intentaron camuflar sus ancestrales ritos y darles un cariz cristianos, de allí surgieron costumbres típicas en muchos países caribeños, en la que se mezcla santos católicos, con rituales buduistas, incluso espiritistas.

Por supuesto no vamos a menospreciar el esfuerzo personal de muchos misioneros de diferentes confesiones, católicos y protestantes cuyo propósito era solamente la conversión y la educación religiosa de la población dominada y poco podían hacer contra los abusos de los gobernadores y conquistadores.
Pero el propósito de este trabajo es mostrar a grandes rasgos el papel que la institución religiosa en general tuvo y como la forma de llevar el cristianismo a América y otros continentes durante la época colonial, no fue la más correcta ni apropiada, aunque con ello la semilla terminara germinando y surgiendo trigo verdadero en aquellas lejanas tierras.

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