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ISBN OC : 978-84-9981-705-7
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Montano : La evolución de los dones cristianos

Ruinas de la Hierapolis de Frigia, desde donde inició su predicación Montano

El aumento en el numero de cristianos en las principales urbes hacia difícil el control y la unidad del cristianismo ya no solo en sentido organizativo, sino de criterios, normas, incluso doctrinas. Por ejemplo, los dones milagrosos, como el hablar en lenguas, curaciones y otros aunque cada vez menos utilizados, eran motivo de controversia, parece que en algunas congregaciones sobre todo en las mas orientales todavía era común el mantener hasta cierto grado algunos de los llamados dones milagrosos, pese a que el propio apóstol Pablo había predicho su desaparición. En oriente, mas utilizados que en occidente algunas congregaciones se querían distinguir de las demás por esos motivos, sobre todo se primaba en estas la idea de aquel que decía tener algún don podía aspirar a privilegios tales como diácono o presbítero u obispo.

Puede que algunos eran conscientes de que tras la desaparición de los apóstoles, esos dones tendrían que desaparecer, como ya mencionamos antes, ya lo había predicho el apóstol Pablo: .... sea que haya dones de profetizar, serán eliminados; sea que haya lenguas, cesarán; sea que haya conocimiento, será eliminado. Porque tenemos conocimiento parcial y profetizamos parcialmente; pero cuando llegue lo que es completo, lo que es parcial será eliminado. (1 Corintios 13:8-10), pero algunos se aferraban a estos, pensando que tales dones eran la base del cristianismo.

El uso de algunos de estos dones milagrosos, habían sido pasado de los apóstoles a otros, pero no a todos, es decir en el primer siglo el ser cristiano no equivalía a hablar en lenguas o hacer curaciones u otros milagros, solamente correspondían algunos cristianos prominentes o escogidos. Había ciertas razones obvias y necesarias para ello, entre otras, el que esto servia de atracción y para expandir el cristianismo lejos de las fronteras de la palestina inicial. En otros casos se trataba simplemente de suplir cierta falta de entendimiento o conocimiento con los milagros. Por ello Jesús sobresalió en el uso de estos milagros, para que otros creyeran por la vista que era el Mesías, después lo sabrían por el conocimiento y entendimiento de las escrituras, como de hecho ocurrió. También los utilizó de forma practica cuando era necesario, en favor de otros y no simplemente como ritualismo. El nunca utilizó otros poderes milagrosos como el don lenguas por ejemplo, porque no tenía que llevar su mensaje a otras naciones, iban a ser sus discípulos quienes llevarían a cabo esa labor. Pablo parece indicar que estos dones cesarían cuando llegase lo completo. En una analogía a su niñez, comparaba al cristianismo de los primeros años como un niño al que se le debía dar enseñanzas con ilustraciones e imágenes fáciles de captar en contraste con alguien adulto a quien se le podía enseñar de forma mas abstracta y con el conocimiento como base. Así, el ilustraba la idea de que llegaría un momento en el que el conocimiento estaría completo, o el entendimiento que tenían sobre Dios y sus misterios sería entendido a cabalidad. Esto a sido interpretado posteriormente y relacionado con el contenido de las escrituras, que debía llegar un momento en que se completarían. (1 Corintios 13:11-13)

Pero habría un periodo de transición y era difícil para los que vivían en esa época de cambio de siglo, entender cuando llegaría ese momento, para algunos quizás ya habría ocurrido, el cristianismo estaba maduro, pero para otros no, algunos pensaban que se refería al tiempo de la segunda venida de Jesús, o al fin de los tiempos.

En las congregaciones mas occidentales, entre ellas la de Roma, el costumbrismo parece que se estaba haciendo cada vez mas común. El copiar el sistema del imperio con sus escalas de poder, estaba creando una situación de ambición y acomodación, eso unido a la situación de aparente paz, pues para mediados del siglo II la dura persecución sufrida en el periodo de Trajano se había rebajado suficientemente. Ireneo (Adv. Haerses, IV, xxx, 1) señala que los cristianos fueron incluso empleados en este periodo como oficiales de la corte imperial. Por lo tanto parece que otras cosas preocuparan a estos cristianos, por ello algunos estaban olvidando la situación de alerta y la inminencia del fin bajo la interpretación del Apocalipsis.

Bajo estas circunstancias hacia el año 156 saltó a la palestra un hombre con carisma que buscaba la verdadera luz en el cristianismo, Montano. Nació en una provincia romana de Asia menor llamada Frigia, allí se había criado en una familia devota de la diosa local Cibeles, ya admitida en Roma desde el tiempo de Claudio, con templos en la propia capital del imperio. Probablemente tenia fuerte vocación religiosa, por eso llegó a a ser sacerdote de la famosa diosa. En esas circunstancias conoció el cristianismo, al cual abrazó hacia el año 130, abandonando y rompiendo con todo lo relacionado con sus antiguos cultos, aceptó y profesó el cristianismo, de forma notable. Su progreso dentro del cristianismo fue muy rápido, pronto llegó a a ser uno de los presbíteros de la localidad. Como ya se ha mencionado para ese tiempo había una gran falta de cohesión entre las diferentes congregaciones o iglesias y era en estos asuntos, donde mas se notaba por aquellos tiempos la falta de los apóstoles. Por eso era fácil que algunos con ideas extremas llegaran a formar parte de la congregación, progresaran y entonces desde su posición intentaran fomentar su propias ideas. En el caso de Montano, el fue critico con esa actitud, tal fue el caso de Marción antes mencionado, pero el mismo Montano después fue acusado de hacer lo mismo.

En la ciudad de Frigia, Montano empezó a sobresalir por su especial facilidad para el don de profetizar, dones que en otros lugares estaban cayendo en desuso, sin embargo en Frigia, cobraron auge. Celso, un opositor al cristianismo, utilizo esto para criticar al cuerpo entero de cristianos, en su libro "Discurso verdadero contra los cristianos", menciona a los cristianos en general, pero haciendo referencia a las congregaciones afines a Montano : A estas predicciones jactanciosas, mezclan palabras de posesos, confusas y absolutamente incomprensibles, a las que ningún sensato podría descubrir su significado, tan oscuras y vacías de sentido son. (Celso , discurso verdadero contra los cristianos) Ya el apóstol Pablo había advertido sobre el abuso del don de lenguas, sobre todo porque debía haber traductor para que no ocurriese que alguien de fuera como desde la óptica de un opositor, se mal interpretara la idea y el propósito de ese don. Así parece que eran públicamente conocidas y mal entendidas las costumbres y excesos de celo de los montanistas en este sentido.

Pero por otro lado Montano simplemente quiso movilizar a los cristianos para que tuvieran presente el tiempo del fin, algunos lo acusan de proclamarse a si mismo como profeta, pero en realidad el tan solo afirmaba que recibía los dones milagrosos, entre ellos estaba el hablar en lenguas y el don de profetizar. Su profetizar no aportaba en realidad nada que fuera extraño o nuevo a los cristianos, hablaba del milenio que venía, de la segunda venida del Cristo que le parecía inminente.

Predicaban reavivamiento y reforma y exhortaban a la iglesia para que abandonara la mundanalidad. Los montanistas se daban cuenta que ya existía en sus tiempos, a fines del siglo II, una actitud pasiva y que el sentido de alerta que habían mantenido los cristianos del primer siglo y las primeras décadas del segundo se estaba apagando. Insistían en que fueran expulsados de la iglesia todos los que fueran culpables de crímenes y de otros pecados y que parece que estaban siendo consentidos. Costumbre por otro lado estimulada por el propio apóstol Juan en sus cartas, que para ese tiempo eran de uso común. Se dice que tiempo después, los montanistas impusieron rígidos ayunos, propiciaban el celibato, alababan profusamente a los que habían sido martirizados y aun opinaban que debía aceptarse el martirio, pues sostenían que era ilícito huir de él en tiempo de persecución.

Para ellos la vida cristiana era no sólo el resultado de un comienzo milagroso, sino un milagro que se repetía constantemente. Afirmaban que para el progreso cristiano no valía nada que emanara de la forma natural de vivir o de un proceso normal de desarrollo mental y espiritual, si no por el hecho de recibir el espíritu santo y que su poder se manifestara abiertamente. Quizás de alguna manera abogaban por la idea de un plan divino por etapas como escribiera Teófilo años atrás con su termino "trias". Los cristianos estarían en la edad del espíritu santo, o del Parakletos.

Creían que sus experiencias particulares determinarían las experiencias culminantes de la iglesia, y que la perfección de su mensaje en la iglesia conquistaría su triunfo en la tierra en la segunda venida de Jesucristo. Esperaban ese segundo advenimiento muy poco después del surgimiento de ellos y de la propagación de su mensaje.

Montano y su movimiento, era proclive a no hacer tanta distinción entre los presbíteros, obispos y los cristianos de a pie, ni tan siquiera abogaban por la distinción hombre-mujer en lo que a profetizar se refería. Bien es verdad que el apóstol Pablo en el primer siglo, había escrito sobre la costumbre ya establecida de la posición subordinada de la mujer en lo que a enseñar en la congregación se refería, (1 Timoteo 2:12). Pero los seguidores de Montano, entendían que el espíritu santo no hacía distinción entre hombre y mujer, por ello en algunos casos se basaba en los relatos de las hijas de Felipe (Hechos 21:9) como profetisas, así fue como entendieron que entre los cristianos podían levantarse mujeres devotas que tuvieran el don de profetizar. Tal fue el caso de dos mujeres Maximliiana y Priscila, ambas de Frigia, acompañaron a Montano en la profusión de sus ideas y al parecer se atribuye a alguna de ellas profecías sobre el fin de los tiempos después de su muerte, aunque haya dudas al respecto.

Las ideas de Montano, llenas de un celo reformador, se extendieron rápidamente en todas partes. Estuvo a punto de ser aceptada como dogma por el cuerpo gobernante de la época, pero finalmente fue declarada opuesta a los intereses del cristianismo. Las razones de este rechazo fueron las mismas por la que se rechazó a Taciano y Marción, los líderes cristianos de esa época estaban mas interesados en adquirir el apoyo de la sociedad y de los estamentos culturales y filosóficos, que vivir como ascetas aislados de todo y querían huir de todo lo que sonara a simplicidad, la sencillez de los argumentos de Montano, no encajaban con la fachada de profundidad teológica y filosófica que pretendían dar al cristianismo.

Por otro lado para los cristianos mas occidentales, esos carísimas que los montanistas afirmaban poseer no eran fácilmente aceptados, notemos este comentario de Ireneo de Lyon alrededor del año 177 : "Son realmente unos desgraciados aquellos que, tomando como pretexto la existencia de falsos profetas, se comportan igual que los que a causa de la existencia de falsos hermanos, se abstienen de relacionarse con los verdaderos hermanos. Es normal que fueran este tipo de personas los que no quisieran recibir ni siquiera al mismo Apóstol Pablo. Porque éste, en la carta a los Corintios, ha hablado con precisión de los dones proféticos y reconoce a los hombres y mujeres que profetizan en la iglesia. Por consiguiente, por estas actitudes, pecan contra el Espíritu de Dios y caen en un pecado imperdonable" (AH,Ireneo) Pero no todos tenían la misma opinión sobre ellos tan dura como Ireneo, o tal vez el sencillamente estaba condenando a los extremistas entre estos, que es posible que los hubiese, quienes llevaban al extremo de pensarse superiores a los demás, pero no era eso común en todos los montanistas.

En las Galias hubo montanistas que causaron gran impresión por su talento de profetas, así los Mártires de Lyon escribieron en favor de este movimiento contra la opinión de otros sectores de su comunidad, quizás esto provocó los comentarios de Ireneo antes citados, evidentemente, se trata de las cartas a las iglesias de Asia y Frigia, así como al obispo de Roma Eleuterio, tratando de actuar en favor de la reconciliación. Pues en Roma al parecer había una disputa alrededor de este movimiento, unos a favor de mantenerlo en el seno de las enseñanzas o costumbres, y otros deseaban desecharlo por su excesivo celo combativo contra acercar lazos al imperio o al paganismo filosófico.

Debido en parte a su firme creencia que en ellos estaba la verdad segura por sentir la presencia dinámica interior del Espíritu Santo, y por otro lado a la oposición de las autoridades administrativas de la congregación, éstos criticaban el creciente punto de vista de las congregaciones sobre todo las de occidente en esta segunda mitad del siglo, según el cual la autoridad de la congregación consiste o está en los obispos, estos cada vez con mas poder y en algunos casos riqueza.

Los montanistas usaban a menudo las maneras y formas de expresión de Pablo para describirse a sí mismos y a los que se oponían a ellos. Se daban a sí mismos el nombre de pneumatikoi, (espirituales) y a sus opositores llamaban psuchikoi (naturales, carnales). Condenaban las segundas nupcias, consideraban el casamiento como una unión espiritual, y esperaban que esa unión se renovara después de la muerte. Rechazaron el poder casi monárquico que se le otorgaba a los llamados obispos, y de hecho en su iglesias rechazaron ese titulo y mas bien siguieron la tradición de nombrar presbíteros, ancianos o como ellos los llamaban patriarcas. Entre ellos mismos se llamaban "compañeros",(koinonos), y cuidaban de guardar un grado de igualdad entre sus miembros, muy lejano al distanciamiento ente clero y legos que se veía en la iglesia mayoritaria. Por ello mismo fueron atacados porque era común que entre sus miembros activos, como visionarios o profetas se pudiesen ver mujeres. A su movimiento en general también lo llamaban la Nueva Profecía, puesto que sobre todo en sus inicios enfatizaban dicho don, como prueba principal de aceptación.

Aunque hay que reconocer que en algunos casos utilizaban el "don de profetizar", no para explicar, sino para anunciar o casi pronosticar futuro cercano, cosa que no encaja con la idea de profetizar que se dio en el siglo I , que no era otro que impartir entendimiento o luz sobre ciertos misterios.

La cuestión del uso o no de varias profetisas entre ellas Maximilia y Priscila, quienes según algunos historiadores cristianos, (por cierto llenos de prejuicios contra Montano), tuvieron un poder y una posición alta en el movimiento, no se puede demostrar, en cualquier caso no se menciona nada sobre el posible dominio de mujeres en el movimiento. Aunque hay una frase atribuida a Maximilia, utilizada tanto en su defensa como contra ella :"Soy perseguida como lobo en medio del rebaño. No soy lobo, soy palabra, espíritu y poder".
Mal interpretadas, parecen presuntuosas, pero en realidad, ella solo pretendía hacer una defensa de su persona, mostrando que solo era portadora de la enseñanza, y que por el poder del espíritu se había recibido y no buscaba destruir al rebaño como los opositores pretendían hacer creer. Se dice también que Maximilia, había profetizado que el fin del mundo vendría tras su muerte. Todo por la siguiente frase atribuida a ella: Después de mí no vendrá mas profecía, sino la consumación del fin. Pero todo esto debe interpretarse en el contexto y el sentido adecuado, pues no pretendía anunciar un fin del mundo, pues no era esta la creencia de los montanistas, mas bien parece hacer referencia a la desaparición del don de profetizar, como también lo había anunciado Pablo en su día.

Tampoco se puede hacer mucho caso a la acusación de que Montano se haya querido constituir en un visionario, que el era el Parakletos anunciado y que Jesucristo volvería en forma humana y establecería su Reino en Frigia, estas probablemente fueron conjeturas o acusaciones posteriores, basadas en una mala interpretación de las tesis de Montano. En realidad, la Jerusalén que los montanistas mencionan en sus escritos era algo simbólico, Pepuza era su centro de acción y origen, al mencionarla como la Nueva Jerusalén era en referencia a que estaba habitada por los justos, que eran ellos mismos.

Desde su óptica ellos no pretendían añadir nada a las escrituras aceptadas, simplemente dar mas vislumbres que el espíritu o Parakletos les mostraba, para entender las profecías previamente recibidas, tales como las del Apocalipsis. Hablaban de los futuros cataclismos que le sobrevendría al mundo, sobre todo al mundo romano, ya que así entendían en un principio las plagas que vendrían sobre la llamada Babilonia, quien según ellos era Roma y su imperio. Es posible que se adelantaran y no fueran acertados todas sus predicciones, pues en realidad no nos ha llegado todos los detalles de su entendimiento sobre las proféticas visiones de Juan, solo han llegado hasta nosotros lo que los enemigos utilizaron para refutarlos.

En realidad era difícil juzgar de herético o incorrecto a este movimiento, salvo por el hecho de apropiarse de algo que cumplió su propósito como eran los poderes del espíritu. Sobre todo, los que tenían que ver con cosas ya superadas como el don de lenguas o profetizar, máxime cuando ya a nivel apostólico, se anunciara su final. Pablo en su carta a los Corintios pronosticó dicho fin, en el sentido de que cumplirían su propósito para dar paso a otras cosas superiores. En la carta a los Gálatas les advirtió a los cristianos que rechazaran a todo aquel que viniese con nuevos vislumbres mas allá de los que habían recibido, y posteriormente Juan en el Apocalipsis mostró que no aceptaran ni añadieran mas profecías. Pero esto no lo veían así los seguidores de Montano, quienes alegaban que trataban de imitar a los cristianos primitivos y seguían recibiendo nuevos vislumbres proféticos, aunque basados en lo ya recibido por los apóstoles del primer siglo.

Fue un duro golpe para los montanistas ser rechazados, sobre todo porque no lo eran ideológicamente, pues realmente no había nada en contra de sus enseñanzas. La realidad fue que simplemente eran un estorbo al camino emprendido por la iglesia mayoritaria de introducir otro tipo de enseñanzas y doctrinas filosóficas que pudieran atraer a grandes sectores del mundo cultural grecorromano. Al parecer algunos obispos romanos entre ellos un tal Praxeas, fue uno de los mas firmes opositores al movimiento. En una posición intermedia estaba Ireneo de Lyon, aunque a la postre no tomó parte en el movimiento, tampoco sabemos que hubiese hecho si en su tiempo hubiesen sido rechazados. El mismo explicó que al rechazar a los falsos profetas había que acoger el verdadero don de profecía. Pese a rechazar los "excesos carismáticos" y apocalípticos del montanismo, consideró que no se podía prohibir las manifestaciones del Espíritu Santo dentro de las iglesias.

Mientras que algunos como Eleuterio, Victor, en Roma, Tertuliano en África y otros muchos en Frigia y Asia menor, abogaban por considerarlos aceptos y como una corriente mas del cristianismo, así como se aceptaban propuestas como la escuela cristiana de Alejandría. Pero con el tiempo el peso de los enemigos fue mayor, y aunque en realidad no fue hasta el siglo III que fueron condenados y expulsados de las congregaciones, su influencia se extendió desde Frigia hasta el extremo occidental en la Galia.

Pese a la oposición, el montanismo siguió en aumento y fue defendido posteriormente por cristianos prominentes entre ellos Tertuliano, del que trataremos mas adelante. Fueron muchos los escritos montanistas que proliferaron en este siglo y el siguiente, pero como ocurriera con muchos grupos de cristianismo minoritarios, fueron brutalmente atacados y sus escritos maldecidos como apostatas y peligrosos, se fueron perdiendo. Se dice que de alguna manera tenían afinidad con las ideas de los novacianos, incluso algunos sectores montanistas se unieron a estos. Con el paso del tiempo se lanzaron acusaciones infundadas, en muchos casos como las de un desconocido, que presuntamente fue testigo presencial de algunas de las mentiras vertidas contra ellos y que es citado por Eusebio de Cesárea en su Historia Eclesiástica.

Por ejemplo se sabe de un tal Apolonio de Heirapolis, de quien también cita Eusebio en su historia, el cual lanzaba acusaciones en las que hablaba de enriquecimiento de Montano a costa de los feligreses, que enseñaba la disolución del matrimonio y se dejaba embaucar por mujeres, se le llega a acusar incluso de rituales sangrientos con niños. Todas esas son las típicas acusaciones que se dan contra los grupos minoritarios para desprestigiarlos, pero no gozan de ningún fundamento real.

A finales del siglo IV Epifanio de Salamina, quien escribiera contra 80 supuestas herejías también cuenta la siguiente experiencia de una mujer montanista: durmiendo una noche en Pepuza, una aldea de Frigia, se le apareció Cristo y durmió con ella. Ella describió el hecho de esta manera: "Tomando la forma de una mujer, Cristo vino a mí vestido con una túnica blanca y puso la sabiduría en mí y me reveló que este lugar es santo y que aquí descenderá del cielo Jerusalén". (Epifanio, Panarion 49.1).

Desde Constantino el Grande, una vez establecido el catolicismo como la religión imperial, fueron publicados contra los montanistas duros decretos imperiales. Pero se sabe que sobrevivieron comunidades de estos hasta bien entrado el siglo VIII. Todavía el concilio en Trullo del año 692 se les menciona y para el año 722 León el Isáurico habla de adoptar medidas contra ellos.

De hecho no fue hasta la invasión árabe en el siglo VIII siglo que fueron aplastados en Cartago y en la península ibérica donde existían las comunidades mas importantes. Algunos los identifican con otros grupos surgidos posteriormente como los esquinistas, proclianos, quintilianos, y hasta con lo priscilianos, aunque no hay pruebas definitivas.

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