Obra protegida por derechos de autor

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ISBN OC : 978-84-9981-705-7
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Siglo VI, Inicio del juego politico de la Cristiandad

El siglo V, concluyó con la caída definitiva del imperio romano de occidente, acaecido, tras una larga agonía, el año 476, cuando Odoacro general de los hérulos, una banda de bárbaros mercenarios, destituye al que se considera último emperador romano, Rómulo Augústulo. A esta caída sobrevivió la parte oriental que con el tiempo se llegó a conocer como imperio Bizantino. La historia de los movimientos cristianos alternativos a partir del colapso de Roma se vuelve turbia, llena de vacíos y ocultación de datos, motivados por el aplastante poder de la iglesia nicenica, que pretende tomar las riendas del desaparecido imperio romano, pero de una manera pseudo-teocratica y menos política, aboliendo algunas cosas que hicieron grande al imperio y que sirvieron para el progreso cultural romano, dejando al mundo occidental en unas cuantas décadas sumido en un atraso abismal y provocando en parte, el resultado de la llamada edad media o también conocida como edad del oscurantismo, por el escaso progreso en el que se vio sumida la sociedad occidental.
Ya a finales del siglo anterior se llegó establecer de forma absoluta el predominio del obispado de Roma como líderes de la iglesia, aunque todavía faltarían unos años para darle la consideración de infalibilidad y santidad, incluso el nombre que ahora ostenta tal título. En el año 533, es nombrado obispo de Roma Mercurio, quien se cambia de nombre, para no hacer tropezar por tener el nombre de un dios pagano, pero eso solo es una apariencia, pues a la vez es nombrado por primera vez, en este caso por un edicto de Atalarico rey ostrogodo, en el que se le daba la autoridad al obispo de Roma sobre todos los demás, fue la primera vez que de forma oficial el obispo romano, llega a ser obispo de los obispos. Para el año 590, ostentó esa posición Gregorio, hijo de un anterior obispo romano llamado Felix II, y este quien fuera conocido como Gregorio el Grande, quien instaurara el famoso "canto gregoriano" de la iglesia, se autoproclamó gobernante de Roma, no solo en materia religiosa sino politicamente hablando, intentando confirmar la supremacía de la iglesia romana sobre las demás otorgada por Atalarico, aunque tal autoridad no era aceptada aún por algunas iglesias orientales, sobre todo bizantinos, quienes eran recelosos de que volvieran a estar bajo el poder de Roma. Por ello esto no se haría de forma practica y oficial hasta principios del siglo VII, bajo el obispado de Bonifacio III, quien se proclamó obispo universal. Bonifacio III, con argucias politicas logró convencer a Focas, emperador bizantino para que promulgara un decreto contra Ciriaco, obispo de Constantinopla, mediante el cual se ordenaba que "la Sede del obispado de Roma fuese la cabeza de todas las Iglesias", y que el título de "Obispo Universal" pertenecía exclusivamente al Obispo de Roma.
Pero casi al mimso tiempo que suceden estos movimientos y juegos politicos de la iglesia nicenica, aparecen historias de confabulaciones, antipapas, influencias políticas, asesinatos. Como ejemplo de esto tenemos los sucesos acontecidos en el periodo que va desde el 536, hasta el concilio de Constantinopla del 553.
En primer lugar tenemos a Agapito, en el año 536 actuando como mediador entre los intereses políticos del rey godo que dominaba Italia, frente al emperador Justiniano de Constantinopla, muere envenenado, en una poco clara relación con la esposa del emperador, Teodora, quien al parecer era eutiquiana de religión y mujer muy embaucadora. Murió envenenado por esta, quizás por no aceptar las propuestas de Teodora de imponer el monofisismo eutiquiano en Roma, (ver monofisismo y Eutiquianos, cap 24, Grupos e ideologías en el siglo IV ) .
Después tenemos a Silverio, quien en el año 537 es obligado por Justiniano a claudicar como jefe de la iglesia romana y fue exiliado en la isla de Ponza, donde también murió asesinado en oscuras circunstancias. Es muy posible que la influencia de Teodora, estuviese detrás. Tanto es así que el siguiente papa Virgilio, después de prometer lealtad a Teodora, asegurando que si era elegido devolvería al eutiquiano Antimo, la sede de Constantinopla y que levantaría la condena a la teoría monofisita pronunciada en el Concilio de Calcedonia. "Casualmente" fue elegido, después de haber comprado la voluntad de los que eligieron, y con la ayuda de la poderosa e influyente emperatriz bizantina. Y efectivamente fue así, Virgilio hizo todo lo posible para que se revocara la condena contra las ideas monofisitas. Pero esto provocó la reacción de todos los obispos occidentales y africanos, quiso retractarse, pero esta vez bajo promesas de mas poder y a la vez veladas amenazas por parte del emperador Justiniano, aceptó como correctas la enseñanzas del monofisismo y declaró nulas las condenas del concilio de Calcedonia de un siglo atrás. Justiniano agradecido por el detalle, instauró una ley en todo el imperio, la llamada «Pragmática Sanción» con la que se asociaba al papa con el gobierno bizantino en Italia, concediendo poderes judiciales a los obispos, además de religiosos y civiles. Desde luego, esto hizo que el poder de la iglesia fuera creciendo de manera insultante. El siguiente obispo romano Pelagio, también cedió a la influencia de Justiniano y la anciana pero todavía influyente Teodora, y mantuvo durante ese tiempo las ideas monofisistas como aceptadas.
Así vemos con estos ejemplos, como la iglesia nicenica ya había caído víctima de su acercamiento a la política y al poder, pero algo parecido había ocurrido con el arrianismo, confabulado con el poder de los reyes godos, quienes lo habían implantado en Hispania. Lejos quedaban los tiempos en los que Tertuliano presumía de la estricta neutralidad en los asuntos políticos, judiciales y militares de los cristianos, solamente alguno de los grupos minoritarios, novacianos, montanistas, y priscilianos, parecían mantener aquella posición de no asociación con el estado, pero ahora bajo la autoridad casi absoluta de la iglesia romana, en muchos casos estos movimientos, se mantuvieron en el anonimato, sus escritos, sus concilios, sus enseñanzas fueron evolucionando, pero en la oscuridad del silencio, ahogados por el inmenso poder de la iglesia que pronto se llamaría católica. Muchos de estos grupos siguieron predicando y manteniendo intactos los valores del cristianismo original, no siempre lo consiguieron, pues algunos como los montanistas hubieron de adaptarse a los tiempos cayendo muchos de sus miembros en el desánimo, dejado prácticamente los llamados dones espirituales de los que siempre habían presumido, y haciendo un acercamiento a un movimiento mayor, los novacianos, a los que también muchos donatistas se unieron.

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