Obra protegida por derechos de autor

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ISBN OC : 978-84-9981-705-7
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Juan XXII : El papa hereje

Durante el complejo periodo de los papas de Aviñón, hubo varios papas que resaltaron por su nepotismo, simonía, presuntuosidad y demostración excesiva de su poder. Pero hubo entre 1316 a 1334 uno que resaltó por sus extrañas y conflictivas decisiones, fue Jacques Duèse, nacido en Cahors, segundo de los papas establecidos en Francia, que además mandó a construir un gran palacio en la ciudad. Conocido como Juan XXII, había estudiado teología y derecho en Montpellier y en París, protegido y admirado por Carlos II de Nápoles. Sus estudios de derecho le hicieron bailar durante su vida entre la política y la religión. Cuando asumió el poder llegó a ser uno de los impulsores para la abolición de la orden de los templarios, que para esa época tenía más enemigos ávidos de su poder y riqueza, teniendo los años contados. Sin embargo Juan XXII, pasó a la historia como el llamado papa hereje, por varias razones que significaron contradecir varios preceptos y enseñanzas que la iglesia llevaba siglos cuidando.
Una de esta fue por ser el primer papa en hacer de la caza de brujas una labor primordial en la orden de la inquisición y que esta se igualara a la persecución y muerte a los herejes. Eso que más adelante se convirtió en una de las grandes luchas de la iglesia de los siguientes siglos, era algo nuevo y no asimilable por todos. Resulta curioso que tan solo años atrás, en 1258 otro papa había negado esa facultad a los inquisidores, porque eso significaba contradecir una enseñanza acatada por la Iglesia católica desde el siglo IX, y descrita en un famoso documento de la época, llamado "Canon Episcopi" en el que se negaba que los brujos y brujas tuvieran poder real, aduciendo que se trataba de un engaño, y se consideraba como meras imaginaciones impías, no de realidades. Así, aunque condenable, no se consideraba delito ni herejía, sino sencillamente engaño o timo. Y no por una actitud escéptica de la iglesia medieval, sino por todo lo contrario, en gran parte la enseñanza de Agustín de Hipona, que en su libro la ciudad de Dios, establecía que la iglesia tenía el poder y el diablo estaba bajo su dominación y por ello no tenía poder, ni podía dar poderes a los humanos.
Para la época medieval, aplicando erróneamente las palabras del Apocalipsis, se le asigna al Diablo como ocupación encargarse de los infiernos abismado en un lugar donde se dedica a hacer daño a los que allí caían, y por lo tanto con poca influencia en el mundo.
Ahora Juan XXII, contrario a la creencia establecida en la iglesia que el representaba, reinterpretó el "Canon Episcopi" , mostrando que es posible que muchos brujos fueran verdaderos adoradores de Satán, que recibían ciertos atributos o poderes, por lo tanto merecían ser castigados. Una contradicción abismal, enviar a estos "amigos del Diablo" al infierno, donde el propio Diablo los atormentaría.
Pero no sería esa la única contradicción a la que se enfrentaría este curioso papa, pues también puso en tela de juicio otra doctrina clave del catolicismo, la del premio celestial. En el siglo XIII, entre el cristianismo católico, habiendo interpretado a Agustín, se creía que la resurrección de la que hablaba la Biblia que ocurriría a los fieles en un futuro, realmente era simbólica, pues el alma ascendía directamente al cielo, aquellos que mueren en estado de gracia verían a Dios a la directamente. La resurrección de las personas desde la inactividad de la muerte, carecía de sentido en aquella época. Sin embargo Juan XXII mantenía una postura distinta, quizás basandose en la propias escrituras, (Apocalipsis 6:9-11; 2 Timoteo 4:8) en 1332 formuló la posibilidad de que los santos o justos, estuviesen en un periodo de espera a una resurrección de las almas para alcanzar la gloria de Dios. Según se reconoce en cierta obra católica afirmó lo siguiente : ...que las almas de los santos, antes de la parusía, están en una condición celestial, pero sin gozar de la visión de Dios, ya que el alma separada del cuerpo no es el hombre perfecto, no es la persona, y por tanto su estado espiritual no tiene la dimensión de la perfección hasta la resurrección de los cuerpos: lo mismo puede decirse de los condenados antes de la resurrección: están en un estado de condenación, pero no en el de suplicio eterno, lo mismo que los demonios. (Bibl.: M, Kehl, Escatología, Sigueme,, 27155: X. Le Bachelet, Benoit XIII Constitution Benedictus Deus») Y esta idea no fue un lapsus mental o un pensar pasajero, sino que llegó a reafirmarse en varias ocasiones, tanto que dicha idea, que sencillamente era la que los primeros cristianos tenían sobre una resurrección celestial futura, sin embargo se convirtió en tema de no poca controversia en la universidad de París cosa que conllevó a ciertas discusiones o críticas por parte de algunos, sobre todo porque contravenían los preceptos de Agustín y del famoso Tomás de Aquino.
Esta controversia propició que el papa quisiese retractarse, pero habiendo escrito un documento aclaratorio, no tuvo tiempo de hacerlo público, según se cuenta, es posible que realmente no se haya querido retractar. En cualquier caso murió repentinamente, según dos versiones aparentemente contradictorias, una afirma que manteniendo relaciones sexuales con una mujer, sufrió una apoplejía. Y otra cuenta que fue asesinado por un esposo vengativo cuando lo sorprendió con su mujer en su cama. El contexto sexual que ambas versiones contienen, parece indicar que algo de eso hubo en la vida del Juan XXII, no sabemos si fue la verdadera razón de su repentina muerte, pues tratándose de un hombre de 85 años, difícilmente sería posible tales conductas. Pero dada la opulencia y la inmensa riqueza que tras su muerte dicese que tenia escondido en el palacio que construyó, no sería nada extraño que tuviese muchos enemigos, y estos se hayan inventado las historias sobre su conducta sexual.
Enemigos tuvo muchos, pues tan solo dos años después de ser elegido papa, en 1318, se enfrentaba a los franciscanos espirituales, publicaba una bula en la que condenaba la postura de los fraticelli, excomulgando a su líder Angelo Da Clareno y citando al general de la Orden, Miguel de Cesena, a comparecer en la sede de Aviñón. Este último se negó a aceptar los argumentos papales, pues según parece no pertenecía a esa rama de los franciscanos, y rechazó toda acusación decidió buscar la protección del rey Luis de Baviera por lo que, tras ser expulsado de la orden, fue excomulgado. Los fraticelli se rebelaron pacíficamente negando que Juan XXII sea realmente papa, dado que derogó la Regla de Francisco, y los preceptos de pobreza y sencillez representados en el Evangelio. Sostuvieron que los decretos del papa son inválidos, todos los otros religiosos y prelados son condenados, y que el haber cometido pecado mortal priva a los sacerdotes de su dignidad y poder. Estos puntos de vista fueron dados a conocer durante los juicios a los que fueron sometidos por los inquisidores, los adherentes de Fray Angelo fueron hechos prisioneros, y muchos de los monjes que no estuvieron dispuestos a dejar su austero estilo de vida fueron quemados vivos.
Pronto también se enfrentó con políticos de la época, como Luis de Baviera, conocido como Luis IV, emperador del aunque débil, pero todavía existente Sacro Imperio romano. Todo a raíz de que el papa reclamaba una especie de regencia sobre el trono alemán, pues según parece, mientras se disputaba la lucha de poder entre Luis de Baviera y Federico de Austria, la iglesia, con el papa a la cabeza, había acordado asumir el poder temporal, por ello Juan XXII, reclamaba su autoridad, o por lo menos arbitrar la situación. Luis de Baviera, había ignorado tal decisión y sencillamente tras derrotar a Federico y tomó el poder sin más. No consintió que un papa francés decidiese en su ámbito, al igual que el no tomaba decisiones sobre la iglesia, ni los papas querían que eso fuese así.
Eso provocó un enfrentamiento entre ambos poderes, muy común por otro lado en aquellos tiempos. De la disputa entre Juan XXII y Luis de Baviera surgió un vigoroso movimiento literario entre quienes proponían que la iglesia debía estar sujeta al estado, entre esos escritores estaban dos teólogos de la universidad de París, Marsilius de Papua y Juan de Gentian que publicaron la obra "Defensor Paces" en la que proponían que la paz solo puede alcanzarse subordinando totalmente la iglesia al estado. Hubo otros que fueron más allá, como Guillermo de Ockham, franciscano próximo a las tesis de los fraticelli, quién acusó al papa de condenar y negar la pobreza de Jesús y sus discípulos en los evangelios y por lo tanto acusar a este de herejía, este fue excomulgado por Juan XXII y tuvo que refugiarse en Alemania, donde el emperador le ocultó..
Debido a la protección que el emperador alemán dio a Guillermo de Ockham y otros importantes líderes de los fraticelli, Luis IV fue acusado de brujería por Juan XXII, algo totalmente infundada, pero que le daría la oportunidad de poder destituirle como gobernante. La respuesta de este fue contundente, invadiendo Italia al frente de un poderoso ejército que le permitió ocupar Roma en enero de 1328, y donde fue coronado como emperador. Después depuso a Juan XXII acusándolo de herejía y proclamando a Pietro Rainalduccio, como nuevo Papa a quién se llamó Nicolás V. Fue realmente un papa títere del emperador, y una especie de pantomima, se puede decir que era como mostrar lo que significaba que el poder político se metiera en las instituciones religiosas, haciendo probar al papa de su propia medicina.
Juan XXII, excomulgó a toda la ciudad, cosa totalmente desacertada y fuera de lugar, ya que nadie estuvo de acuerdo con la decisión de Luis IV, ni siquiera Nicolás V quiso ostentar la posición de papa, fue casi obligado, y en 1330 renunció a tal puesto, siendo recluído de por vida en un convento de Aviñón. Pero aquello fue un punto mas en contra de aquel intransigente papa Juan XXII, a quién muchos califican como el papa hereje.

6 comentarios:

  1. y eso que en la iglesia católica esta el dogma de
    la infabilidad papal.

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  2. Aunque realmente la definición de infalibilidad papal, fue un asunto que se estableció en la iglesia en el concilio Vaticano I en 1870.
    Sin embargo, para explicar lo que sucedió con varios papas como Juan XXII, que pensaban o hablaron cosas discordantes con el dogma establecido, lo justificaban diciendo que no hablaba ex-cathedra. Según la decisión del concilio de 1870 solo cuando el papa habla en un contexto intimo personal en el que no actúe como representante de la iglesia, puede ser erratil en sus opiniones.

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  3. CRISTIANISMO...No es DOGMATISMO.... No es Santería.....No es Paganismo...No es Tradicionalismo.....Cristianismo es Doctrina inspirada por Dios.

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  4. Veo muchosw errores en estos comentario, como que el papa es infalible: El Papa no es infalible y de hecho puede cometer pecados como todo ser humano .
    La infabilidad está indicada en materia dogmática, no en su actuación eprsonal o que cada palabra que dice es infalible.
    Para que haya infalibilidad
    • El Papa debe hablar "ex-catedra"(desde la silla de Pedro), es decir en modo oficial.
    • La decisión debe ser "vinculante" (obligatoria) para toda la Iglesia
    • Debe ser sobre un asunto de fe o moral

    De hecho en muy pocas ocasiones un Papa ha usado esta atribución.

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    1. debe tenerse en cuenta los tiempos corrientes;muy pocas eras las personas que poseian formación posible para llevar a cabo interpretaciones de las escrituras anteriores. Podríamos decir que los pocos que algo entendían de la materia o no se atrevían a eran incinerados por acción de la inquisición, que se santa poco tenía.

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  5. Estoy de acuerdo, era tan así tal ignoracia que se dice que hasta muchos monjes ni siquiera sabían leer ¡y eran los que cuidaban de copiar las escrituras!, claro para copiar no se precisaba entender lo que se copiaba, un buen dibujante lo haría. Obispos y cardenales, nombrados a dedo siendo adolescentes, simplmente por ser hijos de tal noble...¡Santa ignorancia! Y la plebe ni digamos, ni siquiera sabía que era la biblia. Los papas los primeros ignorantes...

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