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ISBN OC : 978-84-9981-705-7
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William Tyndale : La Biblia perseguida

Grabado de la épcoa en la que se evoca el martirio de Tyndale


Si bien, como se ha ido demostrando en estos últimos capítulos, ciertos temas, como el bautismo o doctrinas como la trinidad, fueron motivos por los que numerosos grupos cristianos fueron señalados como peligrosos movimientos heréticos y por tanto duramente perseguidos por toda rama de la cristiandad. Bien, pues algo parecido sucedía con la traducción de la Biblia, si bien el protestantismo animaba a su traducción en lengua vernácula, no fue así en la parte dominada por el catolicismo.

Por ello, fue perseguida duramente su publicación tanto en España, como en los países bajos, mientras estuvieron bajo el dominio español, lo mismo sucedía en Italia y Francia. También en Inglaterra, la lucha por la traducción de la Biblia estuvo muy perseguida, ya se conoce el tristemente celebre caso de John Wycliffe, quien sufrió la persecución por su traducción de la Biblia.

Antes de la invención de la imprenta se intentó sin mucho éxito que la Biblia solo fuera copiada bajo la autorización del obispo local, o del Papa. En la parte final de la Edad Media la Iglesia se hizo cada vez más resuelta en su postura contra las Biblias en el lenguaje de la gente. En el año 1199 el papa Inocencio III escribió una carta tan severa al arzobispo de Metz, Alemania, que este quemó todas las Biblias que halló en alemán. En 1229 el sínodo de Tolosa, Francia, decretó que "los legos" no podían poseer libros de la Biblia en la lengua común. En 1233 un sínodo provincial de Tarragona, España, ordenó que se entregaran todos los libros del "Antiguo o el Nuevo Testamento" para ser quemados. En el año 1407 el sínodo clerical convocado en Oxford, Inglaterra, por el arzobispo Thomas Arundel prohibió expresamente que la Biblia se tradujera al inglés o a cualquier otra lengua moderna. En 1431, también en Inglaterra, el obispo Stafford, de Wells, vedó la traducción de la Biblia al inglés, o poseerla en ese idioma.

Ya se consideró la lucha de maestros, como Roger Bacon, o John Wycliffe, para que las escrituras pudieran llegar al pueblo llano, este último consiguió a duras penas que se distribuyera su traducción.

La invención de la imprenta y el advenimiento del protestantismo, fueron dos importantes pasos para que esta por fin se tradujera en más idiomas. Pero todavía grandes territorios europeos, Francia, España, Italia, lejos de la influencia protestante, veían común la Biblia era un libro inalcanzable e inentendible, por estar solo en Latín, lengua que poco a poco se iba perdiendo. Un caso que demuestra lo peligroso que era el trabajo de producir o copiar Biblias en aquella época, es lo sucedido con un español del siglo XVI, llamado Julián Hernández, según parece el se dispuso a transportar de Alemania a su propio país una gran cantidad de Biblias, escondidas en toneles y marcadas como vino del Rin. Alguien lo delató, y la Inquisición católica romana se apresuró a arrestarlo. En cuanto a los que habían de recibir las Biblias, a todos los torturaron indiscriminadamente, y luego se sentenció a algunos de ellos a castigos de diversa violencia. A Julian lo quemaron, lo mismo que veinte de los receptores y colaboradores de este, a otros los condenaron a cadena perpetua, los azotaron públicamente y a muchos los condujeron a galeras. El aparato de la Inquisición católica no había perdido el tiempo en aquella ciudad andaluza de Sevilla. Ni siquiera se perdonó a un grupo de monjes del monasterio de San Isidro del Campo quienes habían sido receptores del envío secreto de aquella Biblia en español. Algunos que se dieron cuenta de que peligraba su vida huyeron del país, entre ellos Casiodoro de la Reina, quien más adelante sería celebre por su también aportación a la distribución biblica con su bella traducción. Pero a 40 de los que permanecieron no les fue tan bien, pues se les quemó en la hoguera, entre ellos el mismísimo hombre que había introducido de contrabando las Biblias en el país.

En 1559, se dice que en Valladolid mas de 200.000 personas se reunieron para en un auto de fe, presidido por Felipe II, en aquel día las muchedumbres fueron testigos de la quema en la hoguera de unos ciudadanos acusados de herejes, la estrangulación de otros y el castigo y degradación de otros. En todos lo casos su delito había sido tener posesión de la Biblia y en otros casos simplemente haberla leído.

Durante años, unido al esfuerzo por evitar que el protestantismo llegara a las nuevas tierras de América, se intensificó la oposición y control de la Biblia. Por ejemplo en 1541 el conquistador español Jerónimo López escribió lo siguiente: "Es un error muy peligroso enseñar ciencia a los indios y todavía lo es más poner la Biblia [...] en sus manos. [...] En nuestra España, se han perdido muchas personas de esa manera". Esto hacía referencia a los pocos protestantes y erasmistas que subsistían bajo duras penalidades en aquella España católica. Con eso mostraba la lucha que habían entablado los poderes religiosos y políticos de la potencia de entonces que era España, único camino para que esta llegara a otras tierra lejanas. Casiodoro fue el único que se atrevió a desafiar esas duras leyes, con su traducción al español de su Biblia, pero lo hizo desde la distancia y la protección del protestantismo que le abrió las puertas y facilitó su labor.

Pero si hay alguien que por su persistente tenacidad en hacer llegar la Biblia a todo rincón de Inglaterra, se ha convertido en valuarte de los defensores de la traducción y difusión de las escrituras en la lengua vernácula, fue William Tyndale.
Tyndale nació en el condado de Gloucestershire, Inglaterra, en el año 1494. Ingresó en la Universidad de Oxford siendo un estudiante destacado en griego y latín. Más tarde en 1515 se graduó como "Maestro en Artes", por la Universidad de Oxford y recibió su título de licenciado en letras en ese mismo año. Poco después pasó algún tiempo en la Universidad de Cambridge, haciendo algunos cursos suplementarios para perfeccionar su dominio de las lenguas griega y latín. Dado su interés por lo religioso, en 1521 fue nombrado sacerdote católico. Para ese tiempo las noticias que llegaban del lado continental, sobre todo de Alemania, hablaban de la revolución religiosa dirigida por Lutero y como usaban la Biblia como arma contra sus correligionarios católicos.

En 1522 Tyndale regresó a Gloucestershire, y llegó a ser profesor particular de los hijos de un influyente sir John Walsh. Aprovechando su posición de sacerdote, empezó a leer e investigar la Biblia. Al usar las Escrituras como apoyo para sus ideas, pronto se halló en conflicto con los prominentes clérigos y doctores católicos que visitaban la mansión, lo cual llamó la atención de Lady Walsh, quien se sorprendía de las respuestas valerosas y llenas de citas bíblicas que era capaz de dar Tyndale a maestros cultivados que le doblaban en años y experiencia religiosa.

William también se interesó por el humanismo, y esto le llevó a leer los libros de Erasmo de Rotterdam, de hecho uno de estos escritos le llegó tanto, que se dedicó a traducirlo al ingles. Se trataba de "El manual de un soldado Cristiano", obra en la que Erasmo condenaba muchas de las prácticas y enseñanzas religiosas que eran comunes en aquel tiempo. Entre otras cosas, Erasmo decía en su libro: "Nunca deja de ser fuente de sorpresa para mí el hecho de que con tanta falta de discreción papas y obispos deseen que se les llame señores y amos cuando Cristo prohibió a Sus discípulos el que se les llamara una u otra de esas dos cosas. . . . Las expresiones apóstol, pastor, obispo, son términos que denotan puesto o servicio, no dominio ni gobernación." En esa misma obra Erasmo estimuló a sus lectores a estudiar más la Biblia. Aquello llegó a tocar la fibra sensible de Tyndale, de tal manera que a partir de entonces se propuso hacer su propia traducción de la Biblia al inglés.

Se dice que por aquel tiempo sucedió la siguiente anécdota que dio lugar a una frase para la historia por parte de William Tyndale. Fue cuando se vio envuelto en otra discusión con un clérigo, quien en respuesta a la idea de Tyndale de que los cristianos necesitaban la ley de las escrituras para se mejores cristianos le llego a decir: "Mejor sería que estemos sin la ley de Dios que sin la del papa." Alarmado por esto, Tyndale replicó: "Yo desafío al papa con todas sus leyes. . . . Si Dios guarda mi vida, antes de muchos años yo haré que el muchacho que conduce el arado conozca más de las escrituras de lo que sabe usted."

Y esa fue su siguiente meta, a pesar de la cual siendo obediente a las normas del momento, lo quiso hacer bajo la autorización de la Iglesia, por ello envío una carta al Obispo Tunstall, al cual conocía por ser tolerante, pues había sido de los pocos que habían apoyado a Erasmo. Pero mayor su decepción, cuando lejos de recibir la su autorización, esta nunca llegó, ni siquiera recibió una respuesta de su carta, ni de la solicitud para una audiencia con el, que también había hecho. Eso sucedía en 1523, las condiciones de vida, dadas sus ideas y metas, se estaban haciendo cada vez más difíciles para el inquieto erudito, pues se tuvo incluso que enfrentar a una querella contra el donde se le acusaba de herejía, razón por la cual el obispo de Londres, ni siquiera quiso recibirle.

Dadas las circunstancias, en 1524 partió para Alemania, ayudado por un rico mercader londinense, con quien le unía una gran amistad y que le protegió y le suministró lo necesario para establecerse allí. En Alemania comenzó a traducir el Nuevo Testamento, pero a diferencia de Wycliffe, no lo hizo desde el latín de la Vulgata, sino del idioma griego original, tal como proponía Erasmo, de hecho fue en el texto sacado a la luz por este de donde se basó Tyndale.

Es posible que residiera por algún tiempo en Hamburgo, luego en Colonia, desde donde empezó a imprimir las primeras copias de su Nuevo Testamento en la imprenta de un importante impresor de la época Peter Quentall, con el que le unió además una buen amistad. El trabajo de un impresor en esa época era muy difícil, debían leer todo lo que se le encargaba y en muchos casos, para ello era primero necesario que hubiera confianza suficiente para que este no le delatara y en este caso la hubo. Pero es posible que alguno de sus ayudantes no profesara la misma simpatía por Tyndale y de alguna manera llegó a oídos de un enemigo acérrimo de la traducción bíblica, Juan Dobneck, mas conocido con el apodo de Cochlaeus, quien pronto dio aviso a las autoridades sobre el trabajo de Tyndale, entonces William tuvo que huir a la ciudad de Worms con las 10 o más hojas que para entonces había completado.

Por fin, en 1526 se las ingenió para poder terminar de enviar a la imprenta y logró imprimir unos 3000 ejemplares iniciales que rápidamente consiguió introducir clandestinamente en Inglaterra, como solía hacerse, en sacos mezclada con cereales o patatas, o en toneles de vino. Se creo toda una red de distribuidores conocidos como 'nuevos testamentarios, que fueron introduciendo copias y copias, que se vendían rápidamente, pues el ansia por conocer de forma directa las escrituras era grande en Inglaterra.

De alguna manera las autoridades eclesiásticas se las ingeniaron para descubrir la circulación de Biblias y así William Warham, el arzobispo de Canterbury, descubrió una manera de comprar la traducción de Tyndale antes de que ésta llegara a la gente. El obispo de Londres, Tunstall también entró en un proyecto similar, y de esta manera, una vez en sus manos fueron destruidos muchos ejemplares de la traducción. Pero el que estos obtuvieran las Biblias pagando por ellas, solo ayudó a que Tyndale, obtuviera más dinero para producir aún más copias, lo cual por supuesto hizo, multiplicando los canales de distribución para inundar Inglaterra con la palabra de Dios. Además, esto le permitió corregir y pulir mejor su traducción para que llegara al publico de forma más clara y entendible.

La razón por la que muchos clérigos, incluso gobernantes como Enrique VIII, se opusieran a que la Biblia estuviera disponible para todos ya la había apuntado Erasmo cuando escribió : En muchos lugares de los volúmenes sagrados se censuran los vicios de pastores y príncipes, y si la gente hubiera de leerlos, murmuraría contra los que están sobre ella." Era una razón de peso, desde luego, pero no la única. En el caso de la Biblia de Tyndale, algo que provocó la ira de las autoridades eclesiásticas inglesas fueron las notas marginales que Tyndale incluyó. Notas que en algunos casos eran explicaciones de los textos para que la gente sencilla los entendiera, pero en otras señalaban puntos flacos que la Iglesia o los gobernantes no cumplían. El rey Enrique VIII se dice que también se oponía a las "glosas perniciosas," como llamaba el a las notas marginales de la traducción de Tyndale. También fue el hecho de que ciertos términos que la Iglesia había hecho suyas ahora se traducían de forma distinta, intentando darle el sentido real que tenía en el idioma original. Así por ejemplo tradujo anciano" o "mayor" en lugar de "sacerdote"; "congregación" en vez de "iglesia"; "amor" en lugar de "caridad"; "arrepentimiento" en vez de "penitencia." Tal como no aparecía en griego, no aparece en la traducción de Tyndale el purgatorio; tampoco la confesión auricular.

Su deseo era limpiar la traducción bíblica de arbitrarias interpretaciones al copiar, como sucedía con las últimas versiones de la Vulgata. En una carta que le escribiera a John Frith, colaborador suyo quien también acabó en la hoguera por obra de Stokesley, sustituyó del obispo Tunstall en Londres, Tyndale le confesó a Frith: «Nunca he alterado ni una sílaba de la Palabra de Dios contra mi conciencia, ni lo haría hoy, aunque se me entregara todo lo que está en la Tierra, sea honra, placeres, o riquezas». El uso de términos más acordes al sentido original fue por tanto otra razón por la que el clero inglés se encendió en furia. Hasta el moderado Tomas Moro emprendió una campaña en desprestigio de la Biblia de Tyndale y luchó enconada mente para evitar su distribución, cosa que parecía imposible.

Pronto con la ayuda inestimable de los propios obispos que masivamente compraban las Biblias para destruirlas, otras copias iban entrando por otras rutas. Eso le permitió a Tyndale dedicarse a la traducción del Antiguo Testamento, que en pocos años puso en circulación, pese a la vicisitudes que tuvo en esa labor, incluyendo un naufragio que destruyó toda su obra inicial la cual tuvo que volver a escribir. Finalmente fue en Hamburgo donde en 1529 se encontró con un viejo amigo, Miles Coverdale, quien le ayudó a traducir todo el Pentateuco, logrando imprimirlo finalmente en 1530, a esta traducción se le conoció como la Biblia de Coverdale. En este caso las notas marginales era aún mas duras, pues se trataba de comentarios que directamente acusaban las malas acciones de los clérigos y del Papa. El aprovechó la oportunidad para dar énfasis a lo que creía que era una contradicción entre algunas prácticas eclesiásticas y las leyes de Dios. Por ejemplo en Números 23:8 dice: "'Cómo he de maldecir a quien Dios no maldice' y la nota al margen ponía: El papa puede decir cómo"; En Deuteronomio 23:18: "'Jamás se traiga el alquiler de una ramera ni el precio de un perro a la casa del Señor tu Dios' La nota al margen: El papa todavía les toma tributo y los obispos y abades no desean mejores inquilinos"; Deuteronomio 11:19: "'Habla de ellas (mis palabras) cuando te sientes en tu casa'. Y la nota al margen: hablen de Robyn Hood dicen nuestros prelados."

La distribución de Biblias y de los escritos de Tyndale y Lutero en Inglaterra llegó a tal punto que en mayo de 1530 el rey Enrique VIII se vio impulsado a convocar una asamblea de unos 30 obispos y clérigos prominentes, entre ellos Tomás Moro y Stokesley. Como resultado de esto, en la proclama del rey se incorporó una condena de estos escritos. Se les describió como "blasfemos y perniciosos libros en inglés" que pervertían la fe y agitaban sedición.

En este nuevo impulso persecutorio no se limitaron a la quema de libros, sino de las personas que la tuvieran. Se hacían registros domiciliarios a todo sospechoso de poseerla, así cualquiera que citara de las escrituras en conversaciones privadas, podía ser acusado de tal delito. Por eso durante los dos años siguientes, hasta 10 "herejes," algunos de ellos conocidos de Tyndale, fueron quemados en la hoguera, otros confesaron que poseían sus libros, se retractaron, y recibieron multas. Entre ellos estuvo el propio Humphrey Monmouth, que fue acusado de mantener comunicación con Tyndale, acabando detenido por ayudarlo y por sus supuestas simpatías hacia Lutero. Por ello interrogado y recluido en la Torre de Londres, sin embargo fue finalmente liberado después de suplicar el indulto al cardenal Wolsey, a quién pudo convencerle por el efecto negativo en sus arcas, pues Monmouth era un rico comerciante que aportaba mucho a la Iglesia.

Pese a todo, Tyndale no se amedrentó, ya antes de aquello había escrito otras publicaciones 'anticlericales.' "Parábola del malvado Mammon"; La obediencia de un cristiano" y "La práctica de los prelados".
Por ejemplo, su libro "Obediencia de un cristiano" era un autentico desafió a la autoridad del papa, condenando la riqueza del clero y denunciando otros abusos y malas prácticas. En esa obra él dijo lo siguiente en defensa de una traducción al inglés vernáculo: "Dicen que no se puede traducir a nuestra lengua por ser tan ruda. No es tan ruda como ellos son mentirosos falsos. . . . Este amenazar a los legos y prohibirles leer la escritura no se hace por amor a vuestras almas . . . pues ellos permiten . . . que vosotros leáis a Robin Hood, . . . y fábulas de amor y desenfreno . . . tan sucias como las puede idear el corazón, para corromper la mente de la juventud."

En realidad el papa quería que la Biblia permaneciera en latín, que ya para entonces era una lengua muerta, solo conocida por los estudiosos, más no para el grueso del pueblo. Su contenido permanecería "secreto" para ellos, pues con esa prohibición papal, la Biblia no se traduciría en los idiomas de la gente común. La Vulgata latina de Jerónimo, que se había preparado en el siglo V con el propósito de que todos tuvieran acceso a la Biblia, ahora se convirtió en un medio de mantenerla oculta. En verdad, no querían destruirla sino fosilizarla, mantenerla en un idioma que solo unas cuantas personas pudieran leer, con ello esperaban evitar lo que llamaban herejía, que en realidad equivalía a un desafío a su autoridad.

Si hubieran tenido éxito en su deseo, la Biblia se habría convertido sencillamente en un objeto de curiosidad intelectual teniendo poca influencia, o ninguna, en la vida de la gente común. De hecho la argumentación defendida por el clero de entonces, era que si cualquiera leyera de las escrituras que ni ellos con años de estudio comprendían en su totalidad, llegaba a manos de indoctos, le iban a dar una interpretación incorrecta que les llevaría a la herejía y a la división religiosa. En parte tenían razón, pues a menudo dentro de los protestantes, el poco rigor y orden en establecer una linea de pensamiento y de dirección en el entendimiento bíblico, hizo que pronto estuvieran divididos e numerosos grupos religiosos opuestos entre sí, más no porque la Biblia divida a las personas, sino porque algunos líderes tomaron una parte de ella haciendo suya unas doctrinas y otros otra.

Para 1533 Tyndale había vuelto a Amberes, siendo alojado en casa de su amigo y protector Thomas Poyntz. Allí revisó su edición de las Escrituras Griegas Cristianas y trabajó en otra porción de las Escrituras Hebreas; completó la sección de Josué a Segundo de Crónicas en forma de manuscrito. Amberes resultó un lugar perfecto para su tarea, había muchos comerciantes ingleses que enviaban sus mercancías a Inglaterra desde allí y por ello fue fácil convencer a algunos de ellos para que colaboraran.

Tyndale se mantuvo en casa de su amigo y benefactor en Amberes, no deseando ya moverse de allí, pues estaba a salvo de las intrigas de Wolsey y sus espías. Durante ese tiempo, aparte de dedicarse a su labor de traductor y escritor Tyndale utilizó parte de sus fondos para cuidar de los enfermos y los indigentes de la ciudad.

Desde Inglaterra se habían hecho muchos esfuerzos por hallar y arrestar a Tyndale, pero todo esfuerzo fue en vano hasta mayo de 1535, cuando el obispo Stokesley, logró averiguar la ciudad desde donde provenían la mayor parte de las Biblias requisadas, contrató los servicios de un hombre sin escrúpulos, un tal Henrry Philips y lo envió allí como si de un importante comerciante se tratara. Tyndale a menudo era invitado por los comerciantes ingleses a unirse a sus comidas y confraternizaciones, en alguna ocasión , incluso le invitaban a conferenciar. Así fue mientras comía con hombres de negocio en Amberes, como Tyndale conoció a Henry Phillips, el cual pronto se ganó su confianza. Sin pensar en que hubiera peligro, Tyndale invitó a Phillips a la casa donde se estaba alojando, aunque el amigo que lo hospedaba, Thomas Poyntz, manifestó claramente sus sospechas, pues nadie pudo dar pistas de quién era ese comerciante nuevo. No tardó Philips en informar a las autoridades dónde se hallaba el hogar de William Tyndale. Pero no era conveniente arrestar a Tyndale en la casa, de modo que Phillips lo visitó y lo invitó a una comida. Salieron de la casa juntos y caminaron por un pasaje estrecho, y Phillips se mantuvo detrás de Tyndale. Al salir del estrecho pasaje, Phillips señaló a Tyndale y los funcionarios le echaron mano y lo arrestaron. Fue una burda emulación de Judas, que acabó con la libertad del gran traductor.

De esa manera fue encarcelado en el castillo de Vilvoorden, a casi diez kilómetros de Bruselas, y permaneció 16 meses allí. El examen a que lo sometió una comisión especial le dio la oportunidad de testificar acerca de sus creencias, que tenían amplio apoyo de las Escrituras. El resultado fue una larga controversia con teólogos de la cercana universidad católica de Louvain. Finalmente lo condenaron como hereje, y precisamente antes de que lo estrangularan y quemaran, él dijo: "Señor, ábrele los ojos al rey de Inglaterra."

Tyndale jamás supo precisamente cuán pronto sería contestada su oración de moribundo, y la Biblia sería hecha disponible a la gente común para que ésta la leyera. Pues para ese tiempo Inglaterra rompía con la Iglesia, Tomas Moro fue decapitado el mismo año en que fue traicionado Tyndale. John Stokesley deshonrado, solo salvó la vida por la intercesión de Thomas Cromwell, pero lo más importante, Miles Coverdale publicó la primera Biblia completa impresa en inglés, y parte de ésta se basaba en la obra de Tyndale. Otra revisión por John Rogers, quien usó el nombre de Thomas Matthew, se llegó a conocer como la Biblia de Matthew, fue presentada al rey Enrique VIII en 1537 y recibió la licencia real. Curiosamente esta Biblia era en su mayor parte la traducción de Tyndale, y hasta incorporaba en el Antiguo Testamento el manuscrito de éste hasta Segundo de las Crónicas. Al final de Malaquías aparecen sus iniciales, "W.T." "Así se condujo a Thomas Cranmer a aprobar versiones publicadas colectivamente y bajo seudónimo, las cuales, cuando habían aparecido por separado, habían sido condenadas por Convocación: de esa manera el rey dio su licencia a obras que había condenado por sus Proclamas anteriores. Así Inglaterra llegó a tener la Biblia en su propio idioma, mas tarde, incluso un año después, Tomás Cromwell, vicario general, emitió un mandato judicial por el cual se daba al clero la orden de suministrar en cada iglesia una Biblia del tamaño más grande para la conveniencia de los feligreses, y que estuviera asegurada por medio de una cadena, y el clero habría de "expresamente invitar y exhortar a toda persona a leer la misma. Sucedía a menudo que era mas grande el grupo que se reunía alrededor del que leía de la Biblia que los que escuchaban el sermón del párroco. Por ello en 1539 hubo que emitir otra proclama para impedir que la gente leyera en voz alta en la iglesia mientras se efectuara algún servicio religioso.

Gracias al valor de Tyndale y otros muchos que expusieron su vida, la Biblia se abrió camino a idiomas vernáculos de al manera que ha llenado toda la tierra, no habiendo idioma ni lengua en la que no pueda leerse.

Abajo : Una de las dos copias completas de la traducción de Tyndale que han sobrevivido hasta el día de hoy.



Más información sobre este y otros intrépidos traductores perseguidos por la intolerancia religiosa vea el libro EL trigo ahogado tomo III 


5 comentarios:

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  2. Un hombre, como pocos en aquel tiempo, valeroso y amador de la verdad de la palabra de Dios. Estoy segura que Dios estuvo muy complacido de su gran trabajo y tenacidad ante sus adversarios. Sin duda vendra en la resurrecion futura.

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  3. De seguro estará en la patria celestial

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  4. Interesante y necesario blog para personas que, como en mi caso, buscamos información que nos permita fortalecer el conocimiento bíblico, desde perspectivas que tiendan a enriquecerlo.

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  5. Muchas gracias por sus comentarios. Me alegra que le sea útil. Saludos

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